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Herramienta clave para la transición a las energías renovables
La descarbonización energética es el principal objetivo para luchar contra el cambio climático y disminuir considerablemente las emisiones contaminantes a la atmósfera, como los gases de efecto invernadero. Ante esto, la gran oportunidad de cambio implica la aplicación de energías sostenibles como son: eólica, hidráulica, solar y biomasa o biogás. El uso en masa de estas energías limpias supone un consumo eficiente y responsable.
La energía de combustión puede ser almacenada en gran cantidad y durante mucho tiempo, sin perder sus propiedades. Estas características suponen ser su mayor atractivo, sin embargo, ya sabemos que es uno de los mayores responsables de la contaminación ambiental.
Las energías renovables, a pesar de ser fuentes de energía de gran potencial y atractivo, lleva consigo una gran debilidad: su variabilidad de generación, condicionada al clima o acontecimientos meteorológicos. Por ese motivo, es necesario conseguir maneras de almacenar o guardar esta energía para cuando la producción disminuya.
Expectativas sobre los avances tecnológicos en almacenamiento energético
El futuro de las energías renovables involucra la integración del almacenamiento y flexibilidad de la energía. Esto implica un gran reto tecnológico para así lograr integrar el almacenamiento en masas, con su correcta distribución.
La Unión Europea tiene como objetivo que el 2050 sea el año donde se deje atrás el uso de los combustibles fósiles y abra paso en su mayoría al uso de las energías limpias. Por este motivo, actualmente nos encontramos ante una situación de transición energética, que implica un gran desafío de desarrollos tecnológicos orientado principalmente al almacenamiento de energías renovables.
¿Qué implica el desarrollo de tecnologías de almacenamiento?
La digitalización y avances informáticos cumplen un rol importante en la infraestructura del almacenaje y mantenimiento del sistema eléctrico. Lo cierto es que sus funciones suponen ser el uso eficiente de las mismas, detectando las bajas de producción. Además, poder alternarlas con otro tipo de energías.
Muchas de las alternativas de almacenamiento que existen hoy en día no son 100% sostenibles. Por ejemplo, las baterías llevan consigo un impacto ambiental, muchos de sus materiales son fabricados con recursos naturales limitados. Por lo tanto, el objetivo es trabajar en mitigar este efecto, optando por un tipo de explotación sostenible.
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El gran reto para la electrificación
Muchos expertos están buscando la fórmula para almacenar esta energía excedente de las renovables en poco espacio. Se están estudiando distintos tipos de almacenamiento: por bombeo de agua, volantes de inercia, sistemas de compresión de aire, almacenamiento de energía magnética, supercondensadores o sistemas de almacenamiento químico. En el último caso se involucra al hidrógeno verde, que promete ser una solución de energía renovable por su fácil y rápido almacenamiento.
El almacenamiento eléctrico será de gran importancia para el futuro de las energías renovables. Hoy en día sabemos que se está trabajando para mejorar los esfuerzos financieros y en investigación. Así aumentará el desarrollo en este tipo de almacenamiento, que es ideal para este tipo de energías. El objetivo es buscar la manera de ser lo más ecológico posible y que sea factible en su ejecución a gran escala.
Acumulación de energía: el futuro de lo sostenible
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