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Aunque la UE ha anunciado que reducirá sus emisiones a cero en el año 2050, aún no cuenta con un presupuesto específico
Ya se han cumplido cinco años desde la celebración del Acuerdo de París. Un lustro desde que 196 países de todo el mundo se comprometieron a poner en marcha medidas contra el cambio climático. Es por tanto un buen momento para hacer balance de este acuerdo. Las preguntas son claras: ¿Se ha logrado avanzar en la reducción de gases de efecto invernadero? ¿Están realmente comprometidos los países en la lucha contra las emisiones contaminantes, o todo se ha quedado en papel mojado?
Lo cierto es que la situación climática del planeta en estos cinco años no es que haya ido a mejor. Al contrario, ha empeorado. La temperatura del planeta sigue subiendo –lo ha hecho una media de 1,2 grados centígrados desde la preindustrialización-. Incluso entidades como la Organización Meteorológica Mundial creen que existe un 20% de posibilidades de que en los próximos cinco años la temperatura aumente 1,5 grados más. Tanto, que se espera que este año acabe siendo uno de los más cálidos registrados en los últimos decenios.
Las principales potencias mundiales –que son los más contaminantes- se comprometieron de forma clara a reducir sus niveles de CO2. Sin embargo, en este tiempo no han dejado de crecer, hasta aproximadamente 2,5 partes de millón este año, un 50% de emisiones más que las registradas antes de la industrialización.
Si bien es cierto que la crisis sanitaria ha traído consigo una caída notable del dióxido de carbono que se expulsa a la atmósfera debido al parón económico (2.400 millones de toneladas, el 7% menos que en 2019), lo cierto es que los planes de recuperación económica para los próximos años han dejado de lado de forma escandalosa su compromiso medioambiental para apostar claramente por la economía.
«Con los datos de hoy, las temperaturas se elevarían hasta cerca de tres grados», ha asegurado Tatiana Nuño, responsable de Cambio Climático en Greenpeace. “No tenemos mucho que celebrar”, ha dicho.
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Hay, sin embargo, algunas excepciones. Es el caso de la Unión Europa, que hace pocas semanas presentó un ambicioso plan en el que se ha comprometido a reducir un 55% las emisiones de efecto invernadero en el año 2030. Su objetivo, alcanzar la neutralidad climática en 2050.
Sin embargo, esta reducción no se exigirá a cada uno de los estados miembros de la UE, sino que se hará en su conjunto. Y todo a falta de definir aún los fondos europeos que recibirá cada país miembro para llevar a cabo este proceso de descarbonización. Por ahora, todo es papel mojado de nuevo.
Uno de los casos más alarmantes es el de China, uno de los países más contaminantes del mundo que tan solo ha reducido sus emisiones un 1,7%. La razón: las restricciones que se produjeron en el país por la pandemia fueron muy breves, lo que acarreó la recuperación más rápida de su economía.
Tampoco lo ha cumplido Estados Unidos con el gobierno de Trump, el país que más contamina del mundo, aunque el demócrata Joe Biden en su llegada a la presidencia ya ha anunciado la reincorporación del país al Acuerdo de París. Su intención es que la política medioambiental cambie de forma radical en Estados Unidos. Una noticia de lo más esperanzadora para el planeta.
El cambio climático es el causante del 90% de los desastres naturales, que se espera que sean cada vez más virulentos en los próximos años, principalmente en los países más vulnerables. Por eso, «para poder ver las metas a largo plazo tenemos que actuar ahora. No solamente los gobiernos, también las empresas y el sector financiero», ha asegurado Lennys Rivera, de WWF España.
Y, ¿qué ha hecho España durante estos años? Pues teniendo en cuenta los datos, parece que tampoco está cumpliendo lo prometido. De hecho, el Gobierno ha propuesto reducir solo en un 23% las emisiones en 2030, lejos de lo requerido por la ciencia y el Parlamento Europeo.
Lo que está claro que es que cinco años después de la firma del Acuerdo de París se ha hecho poco o muy poco para revertir la situación. Y es que si bien es cierto que la crisis sanitaria es sin duda una prioridad, el parón económico no ha hecho reflexionar a los países sobre cómo queremos que sea el futuro del planeta. Aún estamos a tiempo.
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