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La fuerza de las olas, las mareas, la temperatura o incluso la concentración de sal son algunos de los procesos que se usan ya en los océanos para generar electricidad
Ni más ni menos que el 70% del planeta es agua. Parece lógico pensar entonces que se intente aprovechar esta fuente de riqueza inagotable de alguna forma. Y aunque no está demasiado implantada, lo cierto es que desde hace unos años se están desarrollando algunos proyectos que buscan generar energía gracias al mar. De hecho, la potencia instalada se ha doblado desde 2017, hasta alcanzar los 65 megavatios en 2020. Las previsiones hablan de hasta 300 gigavatios en el año 2050.
¿Cómo se genera esa energía? Existen diversas formas de crearla. Estas son las más desarrolladas:
Energía mareomotriz
Se trata de un tipo de producción que se centra en el aprovechamiento del descenso y ascenso del agua del mar y de sus corrientes gracias a la acción gravitatoria entre el sol y la luna. Entre sus principales ventajas, que se puede producir energía tanto con la entrada del agua (ciclo de ingreso) como con el flujo de salida (ciclo de egreso).
Maremotérmica
Esta forma de producción se basa en el aprovechamiento de la energía térmica del mar, esto es, en la diferencia de temperaturas entre la superficie y las aguas más profundas. Mediante una serie de tubos, que calientan la superficie, se logra convertir el agua en vapor, que es el que mueve las turbinas que generan la electricidad.
Undimotriz o energía de las olas
Como su nombre indica, aprovecha la energía producida por el movimiento de las olas para generar electricidad. ¿Y cómo se logra? Pues gracias a una serie de aerogeneradores colocados sobre la superficie del océano y que logran convertir el movimiento ascendente y descendente en energía.
Energía de las corrientes
Aprovecha la energía cinética contenida en las corrientes marinas a través de una serie de generadores posicionados en medio del flujo de esas corrientes.
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Potencia Osmótica
La también llamada energía azul crea electricidad empleando la diferencia en la concentración de sal entre el agua de mar y el agua de los ríos a través de un proceso llamado osmosis. El proceso es sencillo: el agua se divide en dos tanques, uno de agua dulce y otro de agua salada, que se encuentran separados por una membrana que permite el paso del líquido elemento, pero que retiene las sales. Cuando el agua dulce pasa al tanque del agua salada se produce un aumento del volumen, lo que aumenta la presión del tanque, que mueve a su vez la turbina para generar electricidad. Según diversos cálculos, una membrana de un metro cuadrado podría generar energía para iluminar 50.000 bombillas.
Y es que la energía marina tiene muchas ventajas. La primera y más evidente es que es una fuente constante e inagotable de producción de energía. Además, es silenciosa y no se suele localizar en zonas pobladas. Pero también tiene algunos inconvenientes. Entre ellos, que aún no está suficientemente desarrollada y que necesitan una ubicación muy específica.
A pesar de no estar demasiado implantada en España, existen algunos ejemplos de generación de energía gracias al mar. El más destacado, la central de Mutriku, en Guipúzcoa, que comenzó en 2011 y que está considerada la primera central comercial de Europa que genera luz (para casi cien viviendas) gracias a la fuerza de las olas. Cuenta con 16 turbinas y tiene potencia de 296 kW.
Sin embargo, y a pesar del potencial costero en nuestro país, y de algunos ejemplos concretos como este, la energía mareomotriz en España no se está desarrollando al mismo nivel que otras energías verdes. Habrá que ver si finalmente en los próximos años sigue avanzando su implantación y se convierte en un modelo fundamental para abastecer de energía a los hogares.
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